Microrelatos
Autor: Antonio Ortiz Leyva
Salimos de la estación a las nueve de la noche, todo indicaba un viaje normal, digno de una siesta o para leer, o tan sólo para ver a través de la ventana. El paisaje cambia, no es el mismo nunca, pases a la hora que sea aún se pase inmediatamente, después nada está igual, todo cambia y es curiosamente perceptible, uno siente que no está pasando por el mismo camino aunque haya sea la misma ruta siempre, pero de noche es especialmente notorio, al menos para el pasajero que ante el silencio parece escuchar lo de afuera.
Autor: Javi Er Fuentes
Pequeña crónica nocturna. Sería genial que un tamalero recorriera las calles a esta hora, de madrugada, aquí o allá. Escucharlo con la idea del hambre, del antojo. Parece que sí, que todos duermen. Pero sólo algunos oyen el silencio, gustan del silencio de la noche, de la musicalidad que brota. Ya escucho al tamalero. Salgo. Ahí viene con su triciclo tuneado y una musiquita que viene de su celular, escucha la radio. No es cierto, viene escuchando un poco de música house que luego interrumpe por algo de los Tacvbos y saluda: Buenos días amigo, ¿de qué le vamos a dar? -Una torta de dulce con un champurrado. Se va. El silencio regresa. El Revés suena ahora.
Salimos de la estación a las nueve de la noche, todo indicaba un viaje normal, digno de una siesta o para leer, o tan sólo para ver a través de la ventana. El paisaje cambia, no es el mismo nunca, pases a la hora que sea aún se pase inmediatamente, después nada está igual, todo cambia y es curiosamente perceptible, uno siente que no está pasando por el mismo camino aunque haya sea la misma ruta siempre, pero de noche es especialmente notorio, al menos para el pasajero que ante el silencio parece escuchar lo de afuera.
Autor: Javi Er Fuentes
Pequeña crónica nocturna. Sería genial que un tamalero recorriera las calles a esta hora, de madrugada, aquí o allá. Escucharlo con la idea del hambre, del antojo. Parece que sí, que todos duermen. Pero sólo algunos oyen el silencio, gustan del silencio de la noche, de la musicalidad que brota. Ya escucho al tamalero. Salgo. Ahí viene con su triciclo tuneado y una musiquita que viene de su celular, escucha la radio. No es cierto, viene escuchando un poco de música house que luego interrumpe por algo de los Tacvbos y saluda: Buenos días amigo, ¿de qué le vamos a dar? -Una torta de dulce con un champurrado. Se va. El silencio regresa. El Revés suena ahora.
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