El placer que deja sin aliento
Autor: Mayra Valderrama Noguez
Déjenme contarles algo, sólo por el placer de comunicar.
Uno
de esos días, en los que no deseas hacer nada, estaba leyendo la
sinopsis de algunas películas y me encontré con una ilustración que me
llamó la atención: dos personas desnudas se tomaban mutuamente del
cuello como si quisieran matarse, lo curioso de eso es que daba la
impresión de que eran amantes, di clic a la imagen y apareció el título
“el imperio de los sentidos”; recordaba ese título de alguna de mis
clases sobre sexualidad, ya saben, una de esas películas que te dejan
ver los profesores de tarea, pero que, por alguna razón, desanima verla
por el solo hecho de considerarla parte de una obligación con la escuela
(claro, puede que eso sólo me pase a mí y unas cuantas personas);
también la relacioné con esa película que andan promocionando
últimamente basada en una novela erótica “las 50 sombras de grey” (libro
que, por cierto, ¡no me gusta!), efectivamente, por ahí va el asunto de
“el imperio de los sentidos”: sí, es erótica y, además, con una
excelente trama, y extrañamente también la relacioné con la comida (¿por
qué con comida? No lo sé, tal vez tenía hambre).
Total, me dispuse a verla. Y pues… sí, are un poco de spoiler.
La historia se desarrolla en Japón en torno a un hombre adicto al sexo y
una prostituta ninfómana, llegado el momento en que se conocen, él,
casado, ella, estigmatizada por la sociedad (pues, al ser prostituta, se
le niega la posibilidad de casarse y acceder a otra vida que no sea la
prostitución), experimentan una atracción que los lleva a esconder su
relación y al mismo tiempo exhibirla en otros poblados, lejos de los
ojos que los conocen. Poco a poco van experimentando, (a veces juntos, a
veces ella, con los clientes, y él, con diversas mujeres) desde el
inicio sabían que la exigencia de sus apetitos sexuales sólo podían ser
complacidos mutuamente. Esa compenetración de éxtasis, placer, pasión,
poder y dominio, los llevaba a experimentar el máximo de su sexualidad,
encerrándose por días o semanas en una sola habitación con el objetivo
de saciar su interminable adicción, sus ganas de experimentar cosas que
con otras personas no podrían, mezclar la comida con sus cuerpos,
practicas sádicas y masoquistas, la asfixia durante el sexo, etc.
Ahí
fue cuando me di cuenta de algo curioso, al menos lo es para mí: en las
películas románticas siempre se excluyen esas expresiones de la
sexualidad y son aún más extremos en el caso de las películas para niños
¿Qué tiene de malo que vean y se enteren del sexo?... Ese no es el
asunto por ahora, lo que deseo señalar es que se relaciona el sexo con
el amor romántico, hermoso, sin condición, donde el príncipe, sin
siquiera haber besado a la princesa, es capaz de arriesgar su vida por
ella, donde todo surge de un beso, pero se excluye lo demás: ese tabú de
no mostrar la penetración, oculta bajo las sabanas, censurada
cuidadosamente por la novelas y películas. Ese amor de contacto mínimo
que según dicen “se vuelve lo máximo” al estar con el ser amado. Pero,
¿qué opinan los que experimentan otras formas de placer? Esas otras
experiencias ligadas a lo detestable, lo prohibido, lo oculto, lo
inaceptable, lo repugnante, lo que lastima y que en cierta forma están
vinculadas con la muerte, para dejar más claro, hablo de las novelas del
Márquez de Sade, de lo que la psiquiatría ha llamado “parafilias”, del
hecho que las guerras van acompañadas de su carácter sexual: las
violaciones, las mujeres como trofeo de guerra, mirar en exceso
cualquiera de las anteriores y pagar por ello, etc. ¿Serán personas sin
lo que se llama “amor”?... ¿este es insuficiente?... o ¿existen otras
formas de lograr el placer que excluya el “amor” y que por sí mismas son
lo suficientemente placenteras para sustituir a éste?
Habiendo
tantas formas de expresar la sexualidad, no me extrañaría que por sí
mismas esas prácticas sean lo suficiente placenteras para llevarlas a
los extremos. Aquí es a donde quería llegar. Una de las prácticas más
peligrosas es la asfixia durante el sexo, ¿Por qué alguien lo haría, si
obviamente se pone en riesgo la vida? acaso… ¿Será precisamente por eso,
acariciar a la muerte?
Hace
no mucho tome un curso de perfiles criminales (nada parecido a “mentes
criminales”, mentira vil de los súper poderes de la psicología). Lo
que se nos enseñó a hacer es a determinar, a partir de la psicología
“normal”, la conducta del que ha cometido un delito: si aquel que
asesinó era un desconocido, si fue por accidente, si era conocido, si en
algo tuvo que ver la víctima, si fue un ajuste de cuentas, el posible
mensaje que dejan en el cadáver, etc., el punto es proporcionar aspectos
que ayuden a reducir el número de posibles sospechosos en la
investigación criminal. En ese curso, el psicólogo forense nos mostró
unas fotografías (todas reales), y nos pidió determinar qué había
sucedido… ahí va la descripción: se trataba de un hombre entre los 25 y
30 años, vivía solo en su departamento, la gente llamó a la policía
porque no se había presentado a su trabajo y no contestaba las llamadas
de su casa ni de su celular, la policía, al entrar para registrar su
casa, se encontró con el cadáver del hombre desnudo, suspendido en el
aire a 20 cm de su cama, todas sus articulaciones estaban atadas, había
arneses clavados en el techo, tenía una funda negra sobre la cabeza y
había una aspiradora en el pene del cadáver. Lo primero que pensamos fue
en tortura sexual o que algo había salido mal durante el acto sexual,
debíamos determinar si otra persona estaba ahí; al mirar las
fotografías, todo estaba en orden, no hubo robo ni indicio que apuntara a
la presencia de otra persona. Llegado a este punto se nos proporcionó
información adicional, el hombre era un alpinista, había la posibilidad
de que esos nudos fueran hechos por él mismo. Efectivamente, ese fue el
caso, era increíble la elaboración de su forma de darse placer (aunque
es cierto que es delicioso ser tocado por alguien más, pero cuando las
caricias de la persona que nos gusta no son atinadas a nuestro placer,
es mejor hacerlo uno mismo o decirle cómo nos gusta). Los amarres sólo
lo sostenían en el aire y le restringían el movimiento, podía en
cualquier momento soltar sus manos y dejarse caer al colchón quitándose
la funda negra de la cabeza al llegar al orgasmo, pero fracasó en su
intento, lo sucedido fue que la aspiradora lo masturbó, cumpliendo así
su fantasía de obtener placer estando atado al acelerarse los latidos
del corazón el oxígeno en la bolsa era insuficiente para el aumento
cardiaco, poco a poco la bolsa cumplía su cometido: la asfixia, cuando
llegó al orgasmo este se desmayó y murió. La muerte determinada por el
forense fue asfixia. Se encontró semen en la aspiradora (por si te lo
preguntas, sí, la aspiradora estaba encendida al llegar la policía, sin
duda de calidad para durar así dos días).
Caso
similar se nos presentó al fin del curso. Las fotografías mostraban a
un hombre con los pantalones debajo de las rodillas que colgaba de su
corbata en la regadera. Procedimos a analizar la fotografías del cadáver
y del apartamento, no había indicios que hubiera alguna otra persona.
Los peritos no encontraron rastros de cabello, fluidos o huellas aparte
de las del dueño. Para entonces el suicidio seguía siendo una
posibilidad pero… ¿enserio? ¿Morir con los pantalones debajo de las
rodillas? En el pantalón se encontró semen de la víctima y agua en la
bañera. Los familiares no podían creer que se suicidara, no conocían a
alguien que quisiera hacerle daño a la víctima y, por otra parte, en las
averiguaciones apareció su gusto por la asfixia autoerótica; el hermano
indicó que solía hacerlo en el baño, aflojando la cabeza de la regadera
(por donde sale el agua), paradójicamente saber eso lo hacía
sospechoso. Se verificó el servicio que se le había dado al departamento
de la víctima, constantemente se había quejado de no tener agua
caliente, el técnico revisó su baño y notó que estaba floja la cabeza de
la regadera y la apretó cuando la víctima fue por dinero para pagarle,
eso había sido esa misma mañana. Conclusión: el hombre se proporcionaba
asfixia al masturbarse, ataba su cuello a la regadera, se inclinaba en
la bañera mojada para que sus pies se resbalaran, mientras se masturbaba
perdía el conocimiento y su peso al caer en la bañera casi inconsciente
hacía que la cabeza de la regadera se callera liberándolo de la
asfixia, en esa ocasión la regadera no cayó por su peso y murió.
Recuerdo
que el psicólogo forense dijo que había muchos casos que parecían
suicidios pero habían sido muertes accidentales por asfixia autoerótica.
Recuerdo que una especie de explicación para esto se encuentra en la
base misma del orgasmo: el orgasmo proporciona la perdida de los latidos
del corazón por pocos segundos, es en el clímax cuando el ritmo
cardiaco acelerado se detiene (por unos segundos), produciendo la
sensación de desorientación, de desvanecimiento, de adormecimiento
(bueno… ustedes saben) y es precisamente ese momento el que se busca
prolongar con la asfixia, la combinación entre el orgasmo, pues la
perdida de la respiración prolonga la sensación de placer, la cual,
según dicen, “es la mayor que existe”. Acercarse a la muerte y volver,
acercarse al mayor de los éxtasis y repetirlo, siempre buscar repetirlo,
porque después de probarlo nada es de la misma intensidad, así como
nunca es el mismo placer que se experimenta con el primer orgasmo, con
la primera masturbación, con el primer amor.
Un dato curioso que encontré en Wikipedia:
La asfixia erótica (en pareja) o asfixia autoerótica (uno mismo) son
prácticas muy antiguas de la sexualidad, pero oficialmente la práctica
de la autoasfixia erótica se ha documentado desde principios del 1600,
curiosamente los médicos la utilizaban como un tratamiento para la
disfunción eréctil, la idea se les ocurrió cuando observaron que algunos
reos ejecutados en la horca desarrollaban una erección que duraba, a
veces, después de la muerte (la muerte en erección), e incluso se
observó que el condenado eyaculaba durante o después del ahorcamiento.
Se dice que fue introducida en Europa por soldados de la Legión
Extranjera francesa a su regreso de la guerra de Indochina, parece ser
que estas prácticas la empleaban en los prostíbulos de oriente para
aumentar la sensación del orgasmo.
Terminaré
con una típica advertencia: si lo quieren intentar tengan mucho
cuidado, en internet pueden encontrar personas que han perdido seres
queridos por esta práctica y desean la censura de toda información al
respecto; de igual modo, encontrarán personas interesadas en llevarlo a
cabo, mucho cuidado querido lector con los suicidas u homicidas reales.
Además, les recomiendo ver la película EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS basada
en una historia real (no en las fantasías de otros que luego hacen
película). Hasta el siguiente número y recuerda: La petite mort.
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