El perreo es la casa del ser

Autor: Yare-Mon

Hace tiempo, cuando estaba en 5to semestre de la carrera, estaba platicando con una amiga en el ágora de la escuela. Nuestra plática fue interrumpida cuando un chico que me gustaba se acercó a nosotras para pedir fuego. Una vez que le prendí el cigarro, y el chico se alejó, le dije a mi amiga que me gustaba aquel muchacho. Mi amiga me miró con cara de incredulidad y me dijo "¡no manches, Yare!, está súper feo". Seguimos la plática y me contó del chico que a ella le gustaba, y ahora fui yo la que le pregunté con completa incredulidad: "¿neta te gusta este güey?"; luego de eso, me quedé pensando unos segundos y me eché a reír, y le dije: "creo que eso es algo bueno. Tenemos gustos muy distintos y por lo menos nunca pelearemos por hombres".
La anécdota tiene algo de relevante porque pone en evidencia algo que casi todos estaremos dispuestos a aceptar, y es que el gusto se rompe en géneros. Yo puedo aceptar perfectamente que a mi amiga no le guste el chico que me gusta y aceptar que le guste el chico que le gusta. Por analogía, yo puedo aceptar perfectamente que a ustedes no les guste el reggaeton, y les guste el punk, y espero que ustedes puedan aceptar que a mí y a muchas otras personas nos guste el reggaeton. La discusión sobre si es o no música, no me interesa. Finalmente ningún buen intérprete de punk toca como instrumentista barroco; y al punk todo mundo lo reconoce como un gusto estético legítimo.

La evaluación que pretendo hacer en las siguientes líneas sobre el reggaeton se centrará en el contenido de sus letras. Tengo la vaga impresión que el tema sobre lo "nocivo" en las letras del reggaeton está siendo (¡por fin!) discutido. En general, esto no pretende ser una apología a sus contenidos, sino sólo reexaminarlas a la luz de algo más que el mero sentido común y evidentes prejuicios de clase, raciales, etc.

Una de las objeciones más repetidas contra el reggaeton va sobre la presencia de machismo y misógina en sus letras. Así, me gustaría centrarme en la figura de lo femenino en el reggaeton.

Sí, la mayoría de las canciones de reggaeton tratan de sexo, ¿y? Si el sexo vende es por una razón, y esa es porque (¡oh, sorpresa!) somos seres sexuados, que vivimos esta dimensión de nuestra animalidad desde el plano del erotismo. No sólo copulamos para reproducirnos, sino que copulamos porque sentimos placer al hacerlo, porque es una forma de comunicarnos con los otros humanos. No por nada Eros, en la Teogonía aparece como el más antiguo de los dioses. El reggaeton habla de sexo y erotismo, y describe/modela tipos de experiencia. Uno de ellos, el de lo femenino.

Los detractores más acérrimos de este género de –¿música?– defienden que las mujeres son presentadas como meros objetos sexuales. El problema de la objetivización en el terreno de lo erótico es terrible y cualquier producto cultural que presente a la objetivización como modelo ético válido para establecer relaciones humanas debería ser criticado antes de ser consumido. Sin embargo, pienso que en el caso del reggaeton esto no siempre es así, y que las relaciones sexuales que son descritas en sus letras no siempre corresponden con una relación instrumental. Recordemos que para Kant no sólo somos medios, sino también fines. Que dos cuerpos se encuentren y sean medios de placer para uno para el otro, no se contrapone con que estos cuerpos se puedan reconocer como conciencias sintientes, es decir, como fines.

ADVERTENCIA.
Para evitar caer en abusos, aceptaré como insoslayable una carga de machismo significativo en cualquier producto cultural, no como mero discurso ideológico, sino como consecuencia de la estructura económica: La opresión de la mujer tiene que ver con un orden de propiedad, en este caso la propiedad privada (para mayor información, usted puede consultar en análisis hecho por Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado).

Primero que nada, ¿qué diablos significa que un humano sea objetivizado? En epistemología podemos hablar de varios modelos de relación sujeto-objeto, uno de ellos es el del sujeto activo que conoce/domina al objeto pasivo. Otra característica de los objetos es que con ellos, los sujetos siempre tienen relaciones instrumentales, es decir sirven para algo (mi computadora sirve para escribir artículos como este). Otro rasgo es que los objetos, a diferencia de los sujetos no deciden, sino que en su dimensión instrumental, son manipulados por la voluntad de un sujeto (no podríamos juzgar como malvada a mi bici el día que se le ponchó la llanta a medio camino hacia mi casa). Cuando hablamos de un ser humano objetivizado (sea hembra o macho), nos referimos a que no sea reconocido en su dimensión ética de agente. Que se le trate como un instrumento pasivo, incapaz de ser y hacer.

Creo que nadie reconocería un problema moral en que yo monte mi bici para desplazarme y luego la amarre con una cadena, la deje muchas horas abandonada mientras leo en la biblioteca y luego la vuelva a usar para volver a mi casa; pero parece que sí hay un problema ético en que alguien me monte para tener sexo, luego me amarre, me deje abandonada muchas horas para ir a leer a la biblioteca y luego regrese para volver a copular con mi cuerpo, ¿es ese último el tipo de relaciones sexuales que aparecen en las letras de reggaeton?

"Pide que la empuje, que el pelo le desordene,
Que la encadene que a la cama la condene,
El comentario se ha regado que ella gana por knock out,
Al parecer ella invicta se mantiene".

Cadenas y camas, se parece un poco a mi ejemplo de ser tratada como una bicicleta, pero hay un matiz gramatical que es importante notar. No es lo mismo pedir ser amarrado, que sólo ser amarrado. La enorme diferencia radica en el reconocimiento de la agencia. Mi bici jamás me pediría que la empuje o que le desordene el pelo o que la encadene, pero yo la encadeno, porque mi bici sí es un objeto, no decide, no tiene agencia.

A otro humano podríamos objetivizarlo o reconocer su agencia. De querer objetivizarlo sólo diríamos algo así como "la empujo, le desordeno el pelo, la encadeno y la condeno", de reconocer la agencia, justo reconoceríamos su capacidad de comunicarse con nosotros y de dialogar sobre lo que le gusta o lo que no le gusta que le hagan en la cama.

Además, en esta estrofa, no sólo no la están objetivizando, sino están reconociendo en sus gustos y la singularidad con la que la chica vive su sexualidad, ¿qué tiene de nocivo? ¿qué tiene de machista? No tengo idea. Quizá lo que parece escandaloso de estas letras es la posibilidad de que un día una chica pueda ser tan agente de su cuerpo que pueda llegar a hacer ese tipo de peticiones en la cama. ¡Por dios! Un día de estos les vamos a pedir que además de amarrarnos a la cama también usen condón y sean responsables con el acto erótico en la cama y ¡ahora sí se va a armar la gorda!

A partir de lo anterior, pienso que se puede reivindicar una tipo de femineidad dotada de agencia sobre su sexualidad en algunas de las letras del reguetón.

"Me tiran buscando que me enamore, pero a esta gatita no hay quien la asombre."

El pasado 14 de febrero, en el D.F se presentó en el Foro Sol –sí, el mismo lugar donde se hacen los Viveslatinos– Romeo Santos. Para quienes no usen el metro o cualquier otro tipo de transporte colectivo y no estén informados de quién es, se supone un cantante de bachata (o eso dice la Wikipedia) y aparentemente, su música es ¿romántica? Eso último es tan sólo una suposición debido a la simbólica fecha en la que fue su presentación.

Sufro de una peculiar manía y es la de poner atención a las letras de las canciones, sean de rock, reggaeton o bachata. Llamó muchísimo mi atención el contenido de la canción de Romeo Santos llamada Eres mía. El amante Romeo (evidentemente no Romeo Montesco) le dice estas linduras a su amada:

"No te asombres
Si una noche
Entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía
Bien conoces
Mis errores
El egoísmo de ser dueño de tu vida
Eres mía (mía mía)
No te hagas la loca eso muy bien ya lo sabias."

Si lo pudiéramos traducir sería algo así como "no te asombres si entro a tu cuarto y te violo, porque como mi bicicleta, eres mi propiedad". Nadie parece notar nada malo en esas letras. Por el contrario el video de yutub además de haber sido visto más de 207 millones de veces, está plagado de comentarios con corazoncitos y dedicatorias, ¡repugnante!

En contraste, y para finalizar, volveré a una lírica de reggaeton.

"Me tiran buscando para que me enamore,
Pero a esta gatita no hay quien la asombre.
Te están tirando, buscando
Pero tu los despachas y no haces caso
Omiso, le huyes al fracaso […]
De camino a la playa con las muchachas
Son las más que beben y no se emborrachan"

Confrontando la imagen de la mujer-bicicleta-muda del "erótico" Romeo Santos, está la de la gatita que no se deja asombrar. La imagen del Don Juan vuelve a nuestros días no engañándonos con la promesa del matrimonio, sino con la promesa del amor, la promesa de la comunicación erótica, la construcción del ethos conjunto, la ternura, la solidaridad y el cuidado mutuo. La gatita del reggaeton está consciente que puede ser presa del engaño, y no cae en las tretas del burlador contemporáneo, la gatita sabe que es un seductor irresponsable, como los que abundan en nuestro mundo humano devastado no podría realmente darle lo que le promete, por eso los despacha, no les hace caso, la gatita le huye al fracaso de enredarse con un Don Juan contemporáneo. Si Doña Inés hubiera escuchado reggaeton, quizás se hubieran evitado algunas muertes.

La gatita también aparece como prudente y responsable de su cuerpo, y por lo tanto guardiana de su integridad y dignidad. Es una chica que puede beber, pero que no por beber se pone en riesgo. Está consciente del mundo en el que vive. Y sí, puede ir a la playa a beber, pero no se emborracha para poder poner atención al mundo que la rodea y estar en condiciones de ser agente. De decidir si se va, se queda, nada en el mar, coge con alguien o sólo baila.

No creo que el reggaeton sea un género privilegiado o un importante baluarte desde donde dar la lucha por la emancipación de las mujeres, pero sí creo que está mal valorado. Como cualquier otra expresión emanada de la creatividad humana, nos revela tipos de experiencia del mundo de lo humano. Tanto el reggaeton como la bachata de Romeo Santos nos hablan de formas actuales en las que las relaciones humanas se expresan. Antes que un modelo normativo de relaciones, son letras descriptivas. No nos hablan sobre nada que esté fuera de nuestra experiencia, nos hablan de la multiplicidad de formas de lo erótico de nuestro tiempo. La utilidad de escuchar reggaeton, o bachata, o pop, nos puede ayudar a identificarlas, extrañarnos de estos tipos de relaciones en los que estamos inmersos, para luego poder decidir si queremos seguir reproduciéndolas o no, o en el caso de encontrar algo vital en ellas, poder rescatarlas y construir relaciones tan libres y felices como nos sea posible.

Pueden disfrutar musicalmente o no del reggaeton, pero estoy casi segura de que a veces tira netas y es que casi cualquier humano va a preferir que le digan "si tú me das permiso, yo te lo meto" a que me digan "eres mía, no te hagas la loca eso tú ya bien lo sabías". Por aquello de que somos humanos y no objetos.

Comentarios

Publicar un comentario

Deja tu comentario

Entradas populares de este blog

Colección “Grandes Pensadores” o cómo banalizar el pensamiento.

Berserk

Nosferatu o el vampiro