El amor está en el chat
Autor: Edna Mayra V. N.
Recuerdo
que una vez, durante la carrera de psicología, una amiga mía,
estudiante de economía, me preguntó "¿Tú sabes cómo es posible que pueda
entender las emociones de las personas con las que chateo si no puedo
verlas?" En ese entonces apenas se gestaba en mi mente la idea que en
posteriores párrafos propondré.
En
ese tiempo, no pude contestar su pregunta, para mi también era una
incógnita. Con esa interrogante apoderándose de mis reflexiones, comenzó
a interesarme el caso de las personas que tenían relaciones por las
redes sociales, esas que se decían enamoradas aunque nunca se habían
visto en vivo.
Siempre
nos han dicho, y es algo aceptado, que lo primero que nos atrae de una
persona es el físico, que la biología tiene una actuación innegable.
Ciertamente tiene mucha influencia en nuestras relaciones. Pero cuando
una tecnología se encuentra en medio de una interacción, se manifiesta
(lo que en esos incipientes años de carrera se gestaba en mi mente): nos
enamoramos de una imagen conductual, de un patrón aprendido de nuestras
relaciones y convivencias, las cuales han construido y han dado forma a
nuestra personalidad. Éste patrón conductual es seleccionado por cada
persona y es diferente para cada uno de nosotros.
Por
un momento imaginemos una familia de cuatro integrantes. Un padre
alcohólico y mujeriego que golpea a la madre sacrificada y sumisa; sus
dos hijas también viven los maltratos, son tratadas igual que la madre y
aprenden que la violencia forma parte de las relaciones de pareja y
familiares. Muy probablemente una o las dos hijas terminen enamorándose
de un hombre que comparta características similares a las de su padre,
también es posible que ellas sean las agresivas con un esposo pasivo del
que pueden abusar, de ahí la famosa frase de Freud, "INFANCIA ES
DESTINO". Sin embargo ¿qué pasa en las situaciones en que no se repite
la historia? Es decir, cuando resulta que una de las hijas que creció en
medio de la violencia no es abusada por su esposo ni física, sexual o
emocionalmente, goza de libertad para llevar a cabo diversas
actividades. Aparentemente no se ha repetido el patrón conductual
aprendido, sin embargo, es posible que su esposo tenga una conducta
similar a la de su padre: tener muchas mujeres. En pocas palabras
siempre habrá conductas que aprendemos y buscamos en el ser amado.
La
psicología convencional puede explicar en base al apego, la
personalidad, etc., el caso anterior, pero no pueden explicar cómo a
través de internet una mujer maltratada termina con una persona con la
que repetirá lo aprendido. En cambio, la hipótesis del patrón conductual
permite entender que de lo que una persona se enamora es de una serie
de conductas que en algún punto de nuestra vida aceptamos y volvimos
parte de nosotros. Estas conductas generarán una expectativa, un patrón
que coincida con el nuestro.
Los
patrones conductuales actúan ocultos y a la vista pues es parte de
nosotros. En pocas palabras, nos enamoramos o nos relacionamos con la
persona que es compatible con ese patrón conductual. Y éste influye más
que la biología, pues todos los hombres y mujeres tienen lo necesario
para la reproducción.
Con
el uso de nuevas tecnologías la existencia del patrón conductual se
evidencia aún más. Imaginemos una pareja que se conoció por internet, se
conocen por fotografías, y sólo se han visto y escuchado por Skype. Sin
embargo, para llegar a una videollamada, todo debió ser primero por
medio del chat. También imaginemos que cuando comenzaron a conocerse no
vieron sus fotografías. Pensemos primero en el paso de la amistad. En
nuestra vida diaria cada uno de nosotros convive y tiene sus formas de
relacionarse con los demás, no importa si somos introvertidos o
extrovertidos, en internet eso no importa, pues éste suele facilitar la
expresión de opiniones que por lo general no diríamos cara a cara. En el
chat se reproducen situaciones ya establecidas, como es el caso de la
presentación, dicho ritual establece que mostremos la mejor imagen que
tengamos, le diremos al otro cosas positivas de nosotros para que nos
"acepte".
Pensemos
por un momento que al estrechar la mano de un desconocido este no nos
contesta como marca el guion social, en lugar de decir "Mucho gusto en
conocerte" nos contesta diciendo "he visto a tu perro y quiero tener
sexo con él". Con una presentación como esa seguramente todos huirán de
nosotros (en especial los dueños de mascotas). En esos rituales sociales
expresamos nuestras conductas. Se las ofrecemos al otro para que las
evalúe y nos responda. Si la respuesta es afirmativa se enlazara el
siguiente paso. De ser negada puede que ahí termine la conversación para
siempre.
A
la hora de chatear con alguien, no influye solamente las interacciones
que hemos tenido, también están en ese mismo momento todas las
interacciones que hemos visto en la calle, con nuestros padres, amigos,
en la radio, por teléfono, en la televisión, en películas y en los
libros. El chat es de vital importancia, pues desde su instauración y
divulgación se ha desarrollado para permitir en la comunicación diversos
códigos que la mayoría conoce.
-¿Cómo pudiste hacerme esto? En nuestra cama, con tú amante. ¡LÁRGATE! ¡No quiero volver a verte!
No
importa cómo nos imaginemos la voz de a quien le pertenece la frase
anterior, todos realizamos el mismo proceso, la leemos, buscamos
elementos que nos permitan definirla y a partir de nuestra información
disponible la interpretamos. Unos la leerán como procedente de una mujer
pues la imagen de la mujer siendo la víctima es la más difundida, otros
podrán verlo como un hombre engañado por su esposa, pueden actuar
basados en la imagen popular de ser el dueño de la casa y por eso le
pide que se vaya. Unos incluso, dependiendo si han vivido algo similar,
pudieron relacionarlo primero con ese suceso de forma inconsciente.
Este
proceso está presente a cada momento en todas las conversaciones por
chat. No necesitamos de la información no verbal para definir la
situación. Toda conversación por internet es creada por cada uno de
nosotros. La respuesta de quien nos contesta nos da elementos para
interpretarlo, pero todo lo que pensamos sobre lo que el otro nos dice
es nuestra creación, una suposición, pues solo tenemos las palabras
escritas carentes de todo lo que tiene una interacción cara a cara para
ayudarnos a determinar mejor lo que leemos, esa es una de las razones
por las que el engaño prolifera en la red y puede realizarlo cualquier
persona.
Siguiendo
con lo anterior, valiéndonos de nuestros conocimientos podemos detectar
varias emociones sin necesidad de un emoticono, pero el sarcasmo en
cambio, es más difícil de detectar, pues a menos que conozcamos a la
persona podremos inferir el tipo de respuesta con riesgo a equivocarnos.
Pongamos un ejemplo; el enojo, tiene una forma de expresarse, en los
libros, películas, traducciones, etc., ponen signos de admiración o
mayúsculas, pero además de los signos que suelen ser lo más evidente nos
percatamos de pequeños cambios en la "conversación", que pueden ir
desde el tiempo de respuesta, el desinterés en la conversación que nos
indica que algo no está bien, contestar con monosílabos, utilizar
palabras que en una conversación normal no usaría como los insultos y
las groserías, se expresa mal de otros o de nosotros. Esta situación en
un principio no es detectada, pero con esas pequeñas variaciones, poco a
poco con cada chat compartido podremos definir lo que pasa y
reaccionaremos ante esa interpretación. En cambio el sarcasmo no tiene
ningún signo que lo delate, pues este suele residir en el tono de quien
lo expresa, así, cuando todo depende de lo que interpretamos, no conocer
la intención con la que nos escriben las palabras impide definir
correctamente el sarcasmo hasta que el otro nos lo aclara.
Lo
mismo sucede en el caso del romance, pues aunque muchos consideran que
en internet no hay silencio, éste tiene su equivalente. Cuando en una
interacción cara a cara hay silencio, éste es interpretado, en el chat,
la no respuesta tiene su interpretación. Me atrevería a afirmar la
siguiente sentencia: LA VELOCIDAD DE RESPUESTA ES DIRECTAMENTE
PROPORCIONAL AL NIVEL DE INTERÉS. Supongamos que la persona con la que
estamos chateando tiene cosas que hacer y está reunido en equipo por
chat y nosotros lo interrumpimos, según lo anterior, en lugar de
ignorarnos o cerrar la conversación o bloquearnos nos dirá que está
apurado por otros asuntos, que posteriormente nos responderá. En este
ejemplo no importa si no se produjo la "conversación" que buscábamos,
emitimos un saludo y el otro nos respondió. A partir de ahí, el tiempo
que tardemos en volver a contactarnos hablara del nivel de interés en la
interacción. En cambio sí enviamos un saludo y vemos que lo ha visto,
se conecta y se desconecta, o nos bloquea, etc., son acciones que se
interpretarán por lo general de forma negativa, pues el internet ofrece
para todas las personas que seamos ansiosas, celosos, nerviosas o no, la
posibilidad de interpretar esas acciones y esto es por su carácter
inmediato, pues, a diferencia de las cartas de antaño, donde podían
perderse y tardaban meses llegar a su destino, sentimos que la falta de
respuesta no tiene pretexto. Obviamente la interpretación negativa será
más agravada en las personas que tengan características ansiosas,
celosas, controladores, entre otras.
Todo
lo anterior sucede en pocos segundos, no somos realmente conscientes de
esos mecanismos cuando se activan. Ahora imaginemos que todo va bien,
cada vez que nos conectamos nos contactan por el chat, son constantes
los intercambios de vivencias (que tienen implícitas nuestras
conductas), nos gusta lo que interpretamos en sus descripciones y poco a
poco en nuestro pensamiento construiremos la personalidad del otro.
Regresemos ahora a la idea de la imagen conductual que utilizaré para
todas las interacciones del chat, en lugar de patrón conductual. La
imagen conductual consistirá en lo que construimos a partir de la
interpretación de las conductas que nos ofrecerá la persona que chatea
con nosotros. Puede ser real o imaginada, incluso totalmente idealizada,
eso dependerá totalmente de cada uno de nosotros, y de nuestro patrón
conductual.
Concretamente,
cada uno de nosotros tiene un patrón conductual y será éste el que nos
lleve a buscar otro patrón conducta (el cual posee el ser amado). En
cambio la imagen conductual, es una construcción que hacemos sobre el
desconocido del chat. El cual, cada vez que ofrece conductas y son
aceptadas se vuelve cada vez más conocido sin jamás haber intercambiado
palabra (voz) alguna. Ahora supongamos que esa persona tiene eso que
inconscientemente buscamos, suponemos a través de sus conductas
exhibidas que el otro tiene ese patrón conductual que buscamos.
Supongamos que nosotros también poseemos el patrón conductual que el
otro busca. El otro también tiene una imagen de lo que supone somos.
Entonces surge la ilusión que acompaña al amor. No es por arte de magia.
Cada vez que nos conectamos y nos brindan la atención que queremos a
través de la respuesta inmediata que nos hace sentir atendido y al
compartir nuestra vida cotidiana comenzamos a introducir al otro en ese
mundo. Se vuelve parte de él y el patrón conductual que buscamos nos
atrae cada vez más. La construcción imaginaria del otro, nos refuerza su
personalidad construida y aumenta la ilusión, con ella el pensamiento
mágico, las fantasías y la sexualidad.
Cuando
la sexualidad hace su aparición en el internet, el erotismo aparece en
palabras cargadas de pasión, pues al ser excluidas de su descarga
corporal se transforman en convencionalismos románticos. No hace falta
decir lo que sucede cuando las palabras eróticas son compartidas por
ambos en el chat. La carga sexual que es transformada en palabras
también se interpreta, no es necesario que el otro sienta lo mismo, solo
necesita escribir lo necesario para que nuestra fantasía se active. De
nuevo, incluso en un cuento erótico creado entre ambos es una
construcción de uno mismo ante la interpretación de las palabras del
otro.
Imaginemos
que hasta aquí no conocemos el físico de quien nos habla, pero sentimos
una atracción conductual fuerte. Cuando nos envían la fotografía (que
suele ser en la que mejor aparece) puede que sintamos atracción o
incluso repulsión. Pero como dice el dicho VERBO MATA CARITA, en este
caso nuestro desconocido del chat con dedicación y esfuerzo podrá
hacernos pasar por alto el físico que tiene. Esto es porque lo más
importante en una relación humana es el entrelazamiento de conductas, la
dinámica entre nuestro patrón conductual y el patrón conductual del
otro.
Una
vez explicado lo anterior es posible entender el engaño, pues el chat
no es un mundo compartido, es un mundo creado por nosotros, construido a
partir de las respuestas del otro que puede no estar tomando en serio
la conversación, puede estar ocultando información e incluso usurpando o
inventado una identidad. Aunque es cierto que en las interacciones cara
a cara también hay engaño, este necesita mucha habilidad. En cambio en
la red puede realizarlo cualquiera, pues al contrario de una
conversación cara a cara, de convivencia física, no podemos comparar lo
que nos cuenta con lo que sucede en la realidad.
Supongamos
ahora que también el otro con el que chateábamos, construyó un mundo
romántico similar al nuestro, fue honesto y tiene el patrón conductual
que queremos. Comienzan a conocerse por Skype que aunque brinda imágenes
y constata con quien hablamos, nos proporciona confianza, nos reafirma
el patrón conductual por la honestidad del otro. En la videollamada
escuchar la voz de la persona que construimos en una ilusión, se
convierte en un reforzador poderoso, porque inciden en la sexualidad
misma. Cuando por fin las personas de nuestro ejemplo se conozcan y se
toquen por primera vez, es muy probable no solo que sientan una pasión
intensa, sino que el amor que dicen sentir sea reforzado por el enlace
cercano de las conductas y la historia mutua compartida a través del
chat. Este tipo de relaciones en un futuro, es totalmente posible que
perdure. Aunque claro eso dependerá de ambos.
En
los casos en los que una persona busca al otro de quien está enamorado y
se da cuenta que no es quien dijo ser. Detrás de la desilusión y los
sentimientos encontrados está la duda sobre todas las conductas que
compartió, la conclusión inmediata es lineal, todo fue mentira. Es
entonces cuando la imagen conductual creada por uno mismo se rompe
porque no coincide con la realidad. Por último, debo decir sobre todo lo
anterior, que aún faltan cosas que afinar y sobre todo se trata de mi
propia interpretación de lo que sucede por la red. No coincido con
aquellos que catalogan a las personas que buscan relaciones por internet
como antisociales, aislados, sin habilidades sociales y que el internet
es su forma de relacionarse porque tienen miedo de tener una relación
real (llena de compromisos). Por supuesto que el internet facilita la
existencia del amor romántico, pues hay que recordar que éste nos lo
pintan sin sexualidad, es un amor sin sexo y el internet conecta
personas separadas por la distancia. Así, de acuerdo a lo anterior,
concluyo con lo siguiente: todos, sin importar nuestro patrón conductual
podemos tener una relación por las redes sociales, y ésta no sustituye a
las relaciones cara a cara, sino que abre nuevas formas de comunicarse,
y con ello, la posibilidad de intercambiar nuestras conductas. Y quien
sabe, talvéz encontrar el anhelado amor.
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