18 Tesis sobre el totalitarismo

Autores: Yare-Mon y Emiliano Castro

1. El totalitarismo no es un régimen político entre otros ni un acontecimiento aislado que ocurrió en algunas naciones, sino una lógica (logos, discurso, sentido, horizonte)  que tiende a lo total y que subyace y se manifiesta en todas las aristas del tiempo presente. Y como la música de los planetas en la tradición pitagórica, al estar ahí en todo momento se confunde con el silencio. Estamos tan inmersos en ella que ya no la escuchamos, se esconde estando siempre a la vista.


2. El tiempo más allá de su presentación cotidiana es el despliegue de la Vida en sus posibilidades. En la historia encontramos los acontecimientos que inauguran nuevas posibilidades y los sucesos en que éstas se despliegan. En el presente, el tiempo se ha cristalizado. En cierto sentido no ha pasado un sólo día desde la unificación de Alemania y el día de hoy: han pasado una infinidad de sucesos pero no ha habido ni un sólo acontecimiento. No se ha abierto ningún futuro sino sólo se ha hinchado la última posibilidad del proyecto histórico occidental. En este sentido, el presente de Marx, Heidegger, Jünger, Ernesto Cardenal o Álvaro de Campos es el mismo presente al que hoy nos enfrentamos.

3. Las dos grandes imágenes de la temporalidad en nuestro tiempo son el progreso y el reloj checador de la fábrica y de la oficina del “Godínez”. Por un lado el reloj checador se ha encargado de homologar cada día a una medida de 12 horas permitiendo calcular cuánto se trabaja y cuántos resultados se han de esperar de la suma de estos días homogéneos en meses y años homogéneos; este movimiento convierte el cuándo del tiempo en un cuánto, aquí podemos ver la lógica expresada en los cronómetros que registran los records deportivos y en la ciencia, está en Todo el hacer humano y todo ser humano termina siendo un cuánto (cuánto dura tu novio). Por otro lado la imagen de la temporalidad como progreso reemplaza lo futuro como un Otro por un más (mi compu es más rápida, mi telescopio mira más lejos). No es difícil ver la relación entre ambas imágenes, al cuánto del tiempo estandarizado, el progreso responde “¡cada vez MÁS!”

4. “Eia todo o passado dentro do presente! Eia todo o futuro já dentro de nós! Eia!” (Álvaro de Campos, Ode triunfal). A este tiempo presente que es un tiempo sin tiempo se le ha llamado de muchos modos: el proceso frenético, la movilización total y los futuristas a esta nueva fuerza que se apoderaba del mundo con sus fábricas, sus guerras y sus tranvías le llamaron velocidad: la subsunción del tiempo y el espacio “El tiempo y el espacio murieron ayer. Nosotros vivimos ya en el absoluto porque hemos creado ya la eterna velocidad omnipresente” (Primer Manifiesto Futurista, Marinetti), no tenían idea de la extensión que alcanzaría. Frente a estos autores no vemos nada diferente sino solo una expresión exponenciada, la imagen última de la velocidad frenética es la de la página de internet que luciendo estática está en un vertiginoso trajín de información que recorre el globo entero por debajo de tierras y océanos a través de la fibra óptica, comunicando a la totalidad de las masas, máquinas humanas conectadas a la matrix.

5. En la lógica del totalitarismo TODO está engranado en una maquinaria interplanetaria propulsada por la fuerza de la velocidad, pero ¿qué produce esta máquina? Produce al Hombre, a la Humanidad. En otros términos la lógica de la totalidad pone todo al servicio del Hombre. Lo paradójico es que incluso los animales humanos somos útiles, piezas de la gran maquinaria interplanetaria. Todo lo que es, es para el Hombre; la cuestión es que los seres humanos también somos y con ello estamos sometidos al destino de todo lo que es: ser útiles. Esta paradoja entre quién es el Hombre y qué somos los seres humanos concretos, se manifiesta en que este proceso total nos parezca extraño: todo para el Hombre, nada para los seres humanos. Todo sacrificio humano está más que justificado si es por la humanidad. Esto es aún más claro en los tiempos de guerra y por ello en la época de la guerra perpetua y la movilización total se ha vuelto ley universal. En esta paradoja está el corazón de la cuestión y en ella se resguarda la posibilidad del extrañamiento.

6. La relación que existe entre la figura del Hombre y los seres humanos concretos tiene los mismos problemas que la relación entre idea y particular en Platón. Es decir, si bien da la sensación de que todos participamos de la figura del hombre, no es claro cómo esta nos hereda su ser llegando a independizarse mientras mantiene un poder gobernante (arjé) sobre nosotros, así este mundo humano con su lógica total nos somete a los seres humanos concretos pero de todos modos nunca nos queda claro si esa fuerza explotadora nos es completamente propia o completamente ajena. ¿Por quién vamos a la guerra? ¿Por quién trabajamos? ¿Por quién inventamos? Por nosotros no, por otros tampoco, por algo totalmente otro, tampoco. La razón de este hombre es la lógica de lo total y ella es la que ha convertido todo el mundo en un gran almacén de provisiones para su guerra, incluidas las provisiones humanas.

7. La promesa ética del Progreso era que la racionalidad y los avances técnico-científicos trajeran consigo la liberación y el bienestar para todos los humanos. La industria cultural del temprano siglo XX se encargó de emitir cheques en blanco en forma de pronósticos, prometió que este futuro que sería un Otro y sería mejor, todos queríamos vivir en el mundo de los supersónicos o en el 2015 en el que habría patinetas voladoras. Pero estos cheques estaban sin fondos, la promesa sobre lo ético fue lo único que el Progreso no cumplió, no parece que seamos libres ni que en el futuro estaremos mejor, frente a esto la nueva industria cultural, la del siglo XXI, nos ofrece vivir el momento. Ya no hay futuro, hace más de 100 años que no lo hay y ya es u hecho innegable: sólo nos queda sentir el momento que se repite tantas veces como presionar el botón de play en el youtube: “you call it moment, I call it life”.

8. En este mundo de guerra perpetua el momento se ha vuelto el único plano significativo. Es el momento de coger, de la loquera, de la euforia, porque en cualquier momento las bombas o las balas irán a encontrarnos hasta donde estemos y nos recordarán que no tenemos más; porque toda la tierra se ha convertido en un campo de exterminio donde no queda un sólo territorio neutral. Nadie vive mejor el momento que el Komander. Pitbull se quiere coger a tu novia, el Komander quiere matarte a ti y a tu novia y luego cogerse a los dos porque en cualquier momento un cuerno de chivo puede poner fin a su momento.

9. Frente a esto hay quien vive su momento en la clave de la nostalgia. La historia del tiempo presente es una historia sin historicidad (es historiografía muerta). Ha desaparecido el vínculo con el legítimo acontecer del tiempo pasado, la cadena del significante se ha roto y se presenta ante nosotros como ajeno. La industria cultural nos vende productos llenos de nostalgia de un pasado ficticio e idealizado: la cultura de lo vintage, lo retro, los lentes de pasta, el instangram y la cámara análoga, pero las balas de la guerra total no distinguirán entre la cineteca, un café en la colonia Roma, un concierto de Espinoza Paz o un perreo.

10. La tercera guerra mundial no comenzará en el futuro, lleva más de medio siglo de haber comenzado. Sus marcas fundamentales son que por un lado tras medio siglo de guerra cada vez menos gente parece notarla. Por otro lado se caracteriza por ser una guerra que no puede terminar. Ya no existe un bando que pueda ondear la bandera blanca. La tercera guerra mundial es la mejor y más acabada expresión de la guerra perpetua y la movilización total.

11. La marca fundamental del último capítulo en la historia de occidente es la lógica de la totalidad y ella encuentra su expresión más acabada en la guerra. El siglo XX fue el siglo de este proyecto y fue también el siglo de la guerra. Las guerras del siglo XX tienen la particularidad de poner TODO en juego y de que los objetivos son cada vez menos tangibles. En las llamadas Guerras Mundiales las castas de guerreros fueron reemplazadas por las máquinas de guerra (máquinas voladoras, submarinas y maquinas con botas cargando fusiles), también el proceso de la guerra tendió a involucrar a todo el globo terráqueo, esto es la movilización total. La segunda guerra mundial culminó con el fascismo derrotado, pero como una forma mal lograda de totalidad, lo que venció fue una forma mucho más perfeccionada de totalidad, no la libertad ni los derechos humanos, como nos hicieron creer.

12. Desde 1945 el mundo no ha conocido un día sin guerra. Las nuevas guerras son guerras del agotamiento y que tienden a la depredación y al exterminio sin finalidad clara, en el fondo la guerra ya no es por honor ni por territorios sino para sostener la lógica de totalidad. Las guerras no terminan, solamente se dan retiradas temporales cuando los recursos de guerra se han consumido y reproducido lo suficiente. Las dos imágenes más claras de la tercera guerra mundial son la guerra contra el terrorismo y la guerra contra el narco, ambas guerras son planetarias, son contra enemigos intangibles y aunque generan una incalculable cantidad de destrucción, no se pueden ganar.

13. Tanto la guerra contra el narco como la guerra contra el terrorismo son guerras que se libran a partir del discurso de la defensa de la libertad y los derechos humanos. Sin embargo, cuando venció el totalitarismo en su expresión más perfeccionada al final de la segunda guerra mundial, tanto la libertad como los derechos humanos fueron derrotados de hecho. Es falso que vayamos a la guerra por ellos. En estas guerras no se defiende lo humano, sino la lógica de lo total. Luchamos por la libertad pero nunca por nuestra libertad, luchamos por los derechos humanos pero nunca por nuestros derechos.

14. El fascismo, más allá de su uso para nombrar sucesos históricos concretos, es difícil de definir. Pero parece que una de las determinaciones que comparte todo lo que llamamos fascismo es ser un movimiento de masas sin identidad singular a la que se le ofrece una identidad de masa. Tal vez tú ya no te puedas reconocer en tu trabajo, pero al verte al espejo podrás ver al menos a un japonés, a un italiano, un inglés, un miembro de la raza de bronce que aún participa de un mito originario con una misión histórica asociada. A pesar de lo que la historia vigente cuenta, el fascismo no es la expresión más acabada del totalitarismo. El totalitarismo más acabado es el que no incomoda, el que no se percibe y el que no necesita ofrecer ningún desahogo identitario a sus provisiones humanas. Si el fascismo es un peligro, lo es como falsa oposición a la lógica de lo total (por algo tantos discursos que intentaron ser fuga terminaron hablando un idioma muy parecido al del fascismo).

15. Frente a los lugares en que la lógica de lo total se ha dejado sentir se han levantado intentos de oponer a las distintas expresiones de dicha lógica. El riesgo está en que una oposición inconsciente termine aplastando el síntoma y reproduciendo una vez más la lógica total en su posición “opositora”. El fascismo ha expresado esto. Pero también lo podemos encontrar la acción directa que reproduce el culto al momento propio de la historicidad cristalizada de la totalidad. Lanzar bombas sin más solamente alimenta la lógica del mundo de las bombas. Una bomba molotov y una granada pueden ser provisiones de una misma guerra, la guerra perpetua.

16. De cualquier modo, aunque la lógica del Hombre sea total no es absoluta. Por tanto, aún hay lugares que resisten a ser inventariados en el gran almacén interplanetario o a ser reclutados en la guerra perpetua. Estos lugares son los lugares simples que son sin porqué y que así se levantan contra la movilización total de occidente. Y si son oposiciones a occidente, estos lugares han de ser llamados orientales. Es aquí donde la resistencia, la diferencia, prepara la fuga como posibilidad de otro acontecimiento que abra nuevas posibilidades históricas. Son estos lugares los que nos enseñan poco a poco a decir que no al mundo del proceso frenético.

17. Aunque la industria cultural y el culto al momento lo inunde todo, aún hay acontecimientos artísticos. Estos consisten en plasmar de forma descarnada la lógica de la totalidad. A partir de ésta, en ocasiones, algunos receptores pueden extrañarse del proceso y pararse a una distancia crítica de lo ajeno que les es realmente el proceso en que se encuentra inmerso el transcurrir de su cotidianidad. Por ejemplo, el Hotel Bonaventure de John Portman enfatiza el esfuerzo de dejar fuera lo inhumano de la ciudad contemporánea del espacio destinado a ser habitado por reservas humanas. En la superficie reflejante del hotel se muestra una imagen grotesca de lo inhumano de la ciudad humana que rodea al Hotel. Si la ciudad no es para los seres humanos ¿para quién es?

18. En esta época de crisis (económica, política y de sentido) la cotidianidad que esconde al totalitarismo se vulnera. Por todos lados se deja entrever su verdadero rostro inhumano. Esto abre la promesa de que se multipliquen y diversifiquen las posiciones orientales de resistencia. En todos lados se abre la grieta que es frontera entre oriente y occidente, entre el proyecto acabado y su diferencia. Donde sea que la maquinaria total del Hombre se deje ver, hay que hacerle retro-ingeniería; intentar desmantelar su sofisticado engranaje interplanetario y ya que esté desmantelada ¡que se quede así! El totalitarismo y su tiempo sin tiempo son llamados al sabotaje para quienes sentimos su silenciosa fuerza. “Castígalos oh Dios/ que se malogre su política/confunde sus memorándums/impide sus programas” (Ernesto Cardenal, Salmo 5) Hay que reunir los campos de la resistencia y recuperar la fuerza del no más radical frente a la totalidad. Y que ese no sea el primer sí de otra historia. ¡Esto es un llamado al sabotaje!

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