100 años de Sviatoslav Richter
Autor: Christian Nonnato
En
1958, un joven pianista estadounidense sorprendió a Rusia ganando el
primer lugar del “primer concurso internacional Chaikovski”, llevado a
cabo durante la guerra fría. Claramente, el motivo de éste concurso era
demostrar que los rusos no sólo eran superiores en la guerra, sino
también en el arte. El concurso Chaikovski, como el Concurso
Internacional de Piano Frédéric Chopin, planeaba premiar a pianistas
jóvenes. El premio por unanimidad fue otorgado a Van Cliburn de Estados
Unidos. Evidentemente, todos esperaban que el ganador fuera un ruso. La
razón de esto no fue, solamente, el delirio de superioridad tras la
segunda guerra mundial que sufrió Rusia. Sino, que, sus expectativas
estaban más que justificadas. Casi toda la música clásica del siglo XX
es Rusa. Stravinski, Scrabin, Szymanowsky, Rachmaninov, Prokofiev,
Shostakovich etc. Y la lista es más larga. Sólo menciono a los más
evidentes, y a los que tienen algo en común. Si bien Stravinsky en menor
medida. Todos hicieron aportaciones a las obras para piano, desde
audaces e indigeribles, hasta memorables piezas que simbolizan,
definitivamente, la música rusa.
No es en sus compositores donde terminan las proezas de los rusos.
También nacieron un sin número de pianistas que estaban a la altura
para interpretar estas grandes obras. Rusia era la cuna de los grandes
pianistas. Con el paso del siglo XX, poco a poco, fueron alcanzados por
algunos alemanes, austriaco y chinos y, de este lado, por un Canadiense
(Glenn Gould) y un chileno (Claudio Arrau), por mencionar a algunos.
En
todas las listas de los mejores pianistas de la Historia no va a
faltar, sea en el puesto que sea, el nombre de más un ruso. En la
encuesta que hizo la revista “Limelight” a jóvenes pianistas actuales,
figuran cuatro nombres. Sergei Rachmaninov, Emil Gillels, Vladimir
Horowitz y Sviatoslav Richter. Este último cumpliría éste 5 de Marzo 100
años de haber nacido. Menos conocido actualmente que Rachmaninov y
Horowitz, en su época tuvo fama mundial, por su amplio repertorio y sus
grandiosas interpretaciones.
¿Qué
es lo que se necesita para estar entre los mejores pianistas?
¿Absoluta fidelidad en las interpretaciones? Si fuera así, Gould no
figuraría ni en los cien primeros. ¿Virtuosismo? Cziffra o Yudina
deberían encabezar esta lista, pero ni siquiera aparecen. O ¿será el
sentimiento? Al menos en esta lista, no parece ser un eje conductor.
Muchos
no dudan en llamarlo el mejor pianista del siglo XX. Más allá de que yo
comparta o no esa opinión (no la comparto), es casi obligatorio para
los que gustan de este instrumento escuchar sus piezas favoritas con
Richter. Quizá, no lleguen a ser sus interpretaciones favoritas o,
incluso, ni siquiera sean de su agrado, pero por mucho que sea esto
último, habrá por lo menos algún momento supremo, que difícilmente
podría ser superado por otros intérpretes. Si tomamos a un compositor,
por ejemplo, Beethoven y escuchamos la sonata No 1 interpretada por
Richter, desde un inicio notaremos algo, la velocidad del Allegro con el
que da inicio la sonata. Cierto que los hay más veloces pero no más
virtuosos. Podemos apreciar cada una de las notas con las que abre, no
es exageradamente rápido como Baremboim o Schnabel o, muy lento, como
Kempff. Quizá la interpretación de Richter sea de las mejores que he
escuchado de esta sonata. Sin embargo, no pasa lo mismo con otras. Sus
interpretaciones son muy personales, inconfundibles. La sonata No. 23
“Appassionata” grabada en Leningrado, sobre todo el tercer movimiento,
es excesivamente rápida. Uno queda impresionado por eso, no obstante, el
movimiento que es un Allegro, ma non troppo-presto. La velocidad es
excesiva, un (pretissimo) podría quedar en ese lugar.
No
pienso que una interpretación deba ser 100 % fiel a los tiempos del
compás, de hecho ¿de qué tiempos estamos hablando? es relativo, y
depende de quién los marque, sino que debe de dar lo más íntimo de sí.
Pero en esta ocasión no puedo estar de acuerdo. Sin duda, Richter fue de
los pianistas más apasionados de todos los tiempos. Otro pianista dijo
de él que: estaba obsesionado y poseído por la música. Es posible que el
mismo Beethoven no pusiera restricciones a la hora de tocar sus
sonatas, y mucho menos la Appassionata, que es, sin dudad, la que deja
más libertad al interprete. Hay de todo tipo, desde la perfecta y un
tanto fría versión de Arrau, hasta la insufrible pero interesante
interpretación de Gould.
Creo
que, el mundo del piano en el siglos XX, tiene un antes y un después de
Richter. Él despojó a muchas obras de un excesivo amaneramiento,
resabio del romanticismo. Abrió las puertas a una interpretación más
personal, más emotiva y menos sometida a la partitura. Por ello es
peligroso escuchar una pieza con un solo intérprete, puesto que, muchas
veces podría no gustar. Y Richter es de esos intérpretes que, al igual
que Gould, Yudina y el mismo Rubinstein, hay que aprehenderles el
gusto. Pero nunca hay que dejar de escucharlos. Si volvemos al ejemplo
de Beethoven, y si nos limitamos a las sonatas para piano, no hay
ningún sólo intérprete con el que prefiera todas. Algunas suelen ser
impecables, otras, más bien frías o hasta irreconocibles, simplemente ya
no es Beethoven. Cada quién tendrá a su favorito, pero estoy seguro que
nunca va a preferir todas las sonatas con un solo pianista. Y he aquí
la oportunidad de escuchar a Richter.
Pero
¿por qué uno podría empezar a escuchar a Richter con Beethoven? En
realidad el ejemplo es arbitrario, puesto que así llegué yo. Sin
embargo, si algo caracterizó a éste pianista ruso, tanto como la calidad
de sus interpretaciones, fue la amplitud de su repertorio, que iba
desde Bach (cuya versión de “clavecín bien temperado” es de las primeras
opciones que manda el buscador de you tube y que se rumora que Richter
aprendió de memoria, sólo escuchando esta pieza de más de 3 horas de
duración, en tan solo un mes) hasta sus compatriotas rusos
contemporáneos. De todos ellos con quien se ha relacionado
estrechamente ha sido con Prokofiev. Un ejemplo, es su “suggestion
diabolique”, que incluso uno puede comparar con la versión que toca el
mismo Prokofiev.
En
esto, me uno a la opinión general de que Richter es el intérprete de
Prokofiev por antonomasia. Pero agrego que, tal vez, fue mejor pianista
que el mismo compositor. Así como en su tiempo, para algunos, el mejor
intérprete de Beethoven no fue Beethoven, sino Liszt, para muchos de los
que podemos escuchar las grabaciones sobrevivientes, el mejor
intérprete de Prokofiev, no fue Prokofiev, sino Richter.
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